28 noviembre 2011

La vieja casa [Fragmento]


Aquí les comparto un fragmento de mi cuento la vieja casa, aun un poco sin pulir pero espero que aún así lo disfruten

La vieja casa

 "A veces la mente juega con nosotros, por sugestión o por poder de la mente (como  muchos le llaman) podemos vivir situaciones tan reales que la única diferencia entre la verdad y la ilusión es ínfima y todo se trastorna en constantes palpitares. Uno de los más fuertes estado es el miedo, donde este puede transformar nuestro entorno en una vivida pesadilla y dejarnos tan indefensos como un recién nacido. Pues bien, el adentrarme a esos puntos sería tocar un tema el cual prefiero dejárselo a los conocedores, a los psicólogos y estudiosos de los estados de la mente, solo sé que lo que viví fue tan real que si no fuera por la falta de pruebas concretas, estaría al borde de mi propia cordura.

La casa estaba en buen estado, vieja y desatendida, mas en muy buen estado, pues hace mucho ya que había optado por salir de allí y hacer vida cerca de paramos más poblados; era grande, de dos pisos y un ático, por lo cual hacía notar su presencia, unas gradas en el frente recibían a los invitados justo ante la gran puerta principal. Recuerdo que llegué en auto, el cual deje al costado de la casa junto a un gran árbol que según se decía había sido sembrado para dar sombra en verano, mas ahora se encontraba, y desde que tengo memoria, deshojado, nunca un solo brote verde y para variar siempre se podía apreciar un gran cuervo negro en sus ramas, lo que en las oscuras noches de luna nueva daba un aire de tenebrosidad a las afueras del lugar.

Llegue tarde ese día pues el único camino hacia la vieja casa estaba obstruido, un puente había cedido ante el peso de los años y cayó al río y en ese momento se encontraban en los últimos arreglos para un paso provisional, tras una larga espera en que las señales de tormenta no dejaban de hacer presencia.

El regreso a la vieja casa no era necesario en cuestión, mas debía de realizar unos escritos y sabía que ese ambiente alejado me podría ayudar en cierta medida a tener alguna inspiración, como dije llegue tarde, ya oscurecía y era poca la claridad que quedaba, así que no me hice esperar y tomando mis maletas ingrese a mi antiguo hogar, recuerdo que mi habitación se encontraba en el segundo piso así que como por inercia subí y deje mi equipaje dentro del cuarto, a un costado de la puerta, y me dispuse a bajar para cerciorarme de que todo estuviera en orden, que podía hacer falta para mi estadía y que aún se conservaba en buen estado, así que realice una lista y me dispuse a cenar los alimentos que ya con anticipación traía para esa noche, bajo la luz de las velas y acompañado del viento que rugía esa noche cené, no había luz en la casa, obvio, pues después de tantos años de abandono lo mejor se pensó era quitar el servicio eléctrico. Sin tomar más precaución que cerrar las puertas con los cerrojos propias de estas y subir a mi habitación me dispuse a dormir, sabiendo ya lo que necesitaba adquirir la mañana siguiente en el pueblo que se encontraba a quince minutos en auto desde la casa.

La noche hizo corta la estadía de su oscuro velo y dio paso al amanecer, la verdad confieso que he sido de profundo dormir y extenso en cuanto a tiempo se refiere, más al parecer el estar tanto tiempo lejos de la vieja casa hizo que esta fuera en parte ajena a mí y me hiciera difícil el plácido y dulce descanso, así que me levanté, me dirigí a la cocina y me dispuse a desayunar; una taza de café caliente, negro, fuerte para empezar el día, no recuerdo bien con lo que lo acompañé. Al terminar recordé que no poseía nada de alimentos aparte de lo cenado y desayunado ya, así que me dirigí al auto y me en rumbé al pueblo, fueron 15 largos minutos de camino, aunque el paisaje fue grato, a la izquierda de la ruta se veía una gran y amplia llanura, interrumpida al fondo por pequeñas colinas cubiertas de arboles pero muy distantes, a mi derecha se levantaba imponente un espeso y a la vez un poco oscuro bosque, nada de que admirarse.

Al llegar al pueblo me encaminé a la venta de alimentos más cercana, no podía entretenerme demasiado pues las labores que me esperaban eran muchas y largas, y cada minuto para mi valía oro, así que dispuse de los víveres y retorné por el mismo camino, pues era el único por el que podía transitar con el vehículo, casi llegando a la vieja casa note un extraño olor en los bosques y unos murmullos, mas desde niño los escuchaba y me di a la idea como antes de que era el viento jugando entre las enramadas de la arboleda.

Tomé las compras del auto, entré a la casa y las dejé en la cocina, sobre la mesa, la verdad como no había electricidad tuve el cuidado de no comprar nada que necesitara refrigeración, parecía un estudiante universitario, con galletas, atún, arroz, pero bueno, la verdad quería concentrarme más en mi trabajo que en comer, así que fui a el cuarto de redacción, así le llamábamos a la habitación que mi padre utilizaba para leer y escribir sus crónicas, era editor en un periódico un tanto serio, si serio se le puede llamar a algún medio aquí, pues todos son en algún modo influenciados.

- ¿La vida después de los sueños?, no no, muy simple, ¿Inconsciencia latente?, no va con el texto- recuerdo que pase un poco de penas escribiendo el titulo, nunca me agradó enmarcar mis garabatos entre un nombre que a lo mucho daría a los demás una idea que sería más de lo que ellos quisieran pensar que mía. Estaba muy concentrado en ello.

-Jaazzzseeee, aaabbbdiiilll-
-¿el viento?, naaa, ha de ser una entrada de aire en alguna grieta de la madera del cuarto, como siempre.
-Jaazzzseeee, aaabbbdiiilll-
-¿uuuhh?, mmm... qué extraño, ¿será la ventana?- así que me levanté y mire que la ventana estaba entre abierta, así que la cerré -No recuerdo haberla abierto.... a lo mejor lo hice antes de ir al pueblo y no lo recuerdo-
Así que después de cerrar con tranca la ventana proseguí escribiendo, creo que el detalle me iluminó en parte pues intitulé el escrito como “La ventana entreabierta”, recuerdo que debía escribir algo basado en unos textos de Algernon Blackwood, no muy bien recuerdo cuales, siempre tuve memoria temporal en cuanto a trabajos se refería. Pasó así el día entre escritos y los descansos comunes para comer algo y preferí cerrar el ya casi ido día meditando en mi habitación.

Subí por las escaleras, y me pareció ver correr una sombra a mis espaldas, más asumí que era producto de la vela y continué con mi paso, entre al cuarto y junto a mi cama en la mesita de noche coloque la vela, y me dispuse a cambiarme para dormir, al poner mi humanidad sobre la cama, escuche el reloj de la sala sonar, dar las campanadas de la hora y eso si me erizo la piel, de pie por la impresión volví a mis cabales y tome la vela para bajar a apagar el reloj, este era de péndulo, antiguo, sonaba como campanario de iglesia y eso desde niño nunca me había gustado.
Bajé las escaleras, parecían bloques de hielo, helados, jamás los había sentido así, pero igual bajé, y ya en la sala desconecté el viejo reloj de péndulo, pero al ir bajando sentía como poco a poco ese frío subía por mis pies descalzos, sentía como se arrastraba, se adherían y con su frió se incrustaba en mis pies.
Me fui llenando de un terror inmenso al bajar las escaleras, quería correr mas no podía, sabía que sería inútil y hasta riesgoso en la oscuridad de la casa.

Al llegar al final de la escalera note la puerta de la casa abierta, un extraño escalofrío subió por mi cuerpo y me dejó atónito del miedo, quedé así un minuto, pensaba que si era un ladrón, -no creo la casa no tiene nada de valor, ¿sería un prófugo?, lo dudo la cárcel más próxima esta a días caminando y en la radio no escuché nada... ¿qué será?, ¿quién o qué habrá entrado en la casa?, me animo a revisar la casa?, ¿mejor huyo en el auto?-


Al final opté por revisar la casa, me dispuse a revisar primero la sala donde estaba el reloj, cerré la puerta antes de ir y me dispuse a ir a la sala con la vela en una mano y con un viejo paraguas como arma de defensa.
La sala estaba despejada, nada allí, seguí a la cocina y todo estaba en orden, incluso los víveres seguían de la misma manera que los deje, igual los demás cuartos del primer piso, maldición que sucedía allí, nadie arriba pues no escuche a nadie en el piso superior cuando baje, regrese a las escaleras y de nuevo la puerta abierta pero esta vez de par en par, Dios que ocurría, no escuché pasos y si alguien andaba allí tenía que oírlos, pues el piso viejo de madera rechinaba todo, ¿que será, Dios mío?, decía, y de nuevo sentía como por mis pies subía algo frío, que se adhería a mis pies, y clavaba como heladas púas hasta lo más profundo de mi cuerpo, salte de la impresión, ya no soportaba la situación cerré la puerta con seguro y la reforcé con una silla y subí las escaleras lo más veloz que pude y de nuevo escuché a mis espaldas:

-Jaazzzseeee, aaabbbdiiilll -
-! Jaazzzseeeeeee, aaabbbdiiiiiiilllllll! -
-Jaazzzseeeeeeeee, aaabbbdiiiiiliilllllll dajaaaakkk-
la voz empezó susurrante y la tercera vez que hablo lo hizo en tono fuerte, sentía explotar mis oídos, una voz fina entre niña y mujer que resonaba y resonaba a mis espaldas, sentía como miles de cuchillos a punto de traspasarme, a punto de ser rasgado hasta quedar hecho trisas.

Pude llegar a mi habitación, allí me quede en silencio y apague la vela, todo había quedado en completa quietud, en un estado de silencio total y oscuro, solo se distinguía lo que uno que otro rayo de luz de luna permitían ver. 

Desde mi habitación se podía apreciar el árbol que se encontraba cerca de la casa, allí sus ramas desnudas, macabras por la noche llamaban a mi imaginación a pensar las mas inusuales y disparatadas situaciones, asumiendo mas y mas el horror, cuando salido de la nada y mirando resplandecer sus ojos con el brillo de la luna un cuervo graznó fuertemente extendiendo sus alas y llevándome a un estado de terror inimaginable. Comencé a ver nublado, mis manos y pies no respondían y cada vez más me resultaba difícil ver, escuchaba el graznido del cuervo cada vez más lejano, como si este se hallara en un profundo poso hasta que llegue a un punto en que no vi, ni escuche nada mas...[...]"

Mauro Solís Hernández

14 noviembre 2011

Infierno


Creciente el camino,
Creciente y agotador
Los pasos que conducen
Todo ese terror.

Rasgan las piedras
Mis débiles pies,
Mi débil piel,
Piel de sueños y desdén.

Corren las sombras
Agobiadas, locas;
Corren agitadas
El fuego las consume…
Sin misericordia.

La luna en lo alto no es más
Que la burda mirada,
La embriagada euforia
De los sueños, espinas que enconan.

Y aun así
Aquí estoy de pie
Sobre las piedras luchando sin fin.
En este mi infierno personal.
Aquí les dejo un escrito hecho en el cansancio de la noche espero lo disfruten y me disculpo por la prolongada ausencia:

Hoy rugen,
fuego interno,
oscuridad y sueños,
huesos que de dolor crujen.

Canta la noche,
requiem cortante,
sombras danzantes
de mi cordura en derroche.

Pues caigo al suelo,
guerrero herido,
del camino perdido
con el alma cegada en velos.

Y aun así
levantarme tendré,
seguir sin temer
y de las aguas...hacerme abrazar,
en la soledad...aquí.