Aquí les comparto un fragmento de mi cuento la vieja casa, aun un poco sin pulir pero espero que aún así lo disfruten
La vieja casa
"A
veces la mente juega con nosotros, por sugestión o por poder de la mente
(como muchos le llaman) podemos vivir
situaciones tan reales que la única diferencia entre la verdad y la ilusión es
ínfima y todo se trastorna en constantes palpitares. Uno de los más fuertes
estado es el miedo, donde este puede transformar nuestro entorno en una vivida
pesadilla y dejarnos tan indefensos como un recién nacido. Pues bien, el
adentrarme a esos puntos sería tocar un tema el cual prefiero dejárselo a los
conocedores, a los psicólogos y estudiosos de los estados de la mente, solo sé
que lo que viví fue tan real que si no fuera por la falta de pruebas concretas,
estaría al borde de mi propia cordura.
La casa estaba en buen estado, vieja y
desatendida, mas en muy buen estado, pues hace mucho ya que había optado por
salir de allí y hacer vida cerca de paramos más poblados; era grande, de dos
pisos y un ático, por lo cual hacía notar su presencia, unas gradas en el
frente recibían a los invitados justo ante la gran puerta principal. Recuerdo
que llegué en auto, el cual deje al costado de la casa junto a un gran árbol
que según se decía había sido sembrado para dar sombra en verano, mas ahora se
encontraba, y desde que tengo memoria, deshojado, nunca un solo brote verde y
para variar siempre se podía apreciar un gran cuervo negro en sus ramas, lo que
en las oscuras noches de luna nueva daba un aire de tenebrosidad a las afueras
del lugar.
Llegue tarde ese día pues el único camino
hacia la vieja casa estaba obstruido, un puente había cedido ante el peso de
los años y cayó al río y en ese momento se encontraban en los últimos arreglos
para un paso provisional, tras una larga espera
en que las señales de tormenta no dejaban de hacer presencia.
El regreso a la vieja casa no era necesario
en cuestión, mas debía de realizar unos escritos y sabía que ese ambiente
alejado me podría ayudar en cierta medida a tener alguna inspiración, como dije
llegue tarde, ya oscurecía y era poca la claridad que quedaba, así que no me
hice esperar y tomando mis maletas ingrese a mi antiguo hogar, recuerdo que mi
habitación se encontraba en el segundo piso así que como por inercia subí y
deje mi equipaje dentro del cuarto, a un costado de la puerta, y me dispuse a
bajar para cerciorarme de que todo estuviera en orden, que podía hacer falta
para mi estadía y que aún se conservaba en buen estado, así que realice una
lista y me dispuse a cenar los alimentos que ya con anticipación traía para esa
noche, bajo la luz de las velas y acompañado del viento que rugía esa noche
cené, no había luz en la casa, obvio, pues después de tantos años de abandono
lo mejor se pensó era quitar el servicio eléctrico. Sin tomar más precaución
que cerrar las puertas con los cerrojos propias de estas y subir a mi habitación
me dispuse a dormir, sabiendo ya lo que necesitaba adquirir la mañana siguiente
en el pueblo que se encontraba a quince minutos en auto desde la casa.
La noche hizo corta la estadía de su oscuro
velo y dio paso al amanecer, la verdad confieso que he sido de profundo dormir
y extenso en cuanto a tiempo se refiere, más al parecer el estar tanto tiempo
lejos de la vieja casa hizo que esta fuera en parte ajena a mí y me hiciera
difícil el plácido y dulce descanso, así que me levanté, me dirigí a la cocina
y me dispuse a desayunar; una taza de café caliente, negro, fuerte para empezar
el día, no recuerdo bien con lo que lo acompañé. Al terminar recordé que no
poseía nada de alimentos aparte de lo cenado y desayunado ya, así que me dirigí
al auto y me en rumbé al pueblo, fueron 15 largos minutos de camino, aunque el
paisaje fue grato, a la izquierda de la ruta se veía una gran y amplia llanura,
interrumpida al fondo por pequeñas colinas cubiertas de arboles pero muy
distantes, a mi derecha se levantaba imponente un espeso y a la vez un poco
oscuro bosque, nada de que admirarse.
Al llegar al pueblo me encaminé a la venta
de alimentos más cercana, no podía entretenerme demasiado pues las labores que
me esperaban eran muchas y largas, y cada minuto para mi valía oro, así que
dispuse de los víveres y retorné por el mismo camino, pues era el único por el
que podía transitar con el vehículo, casi llegando a la vieja casa note un
extraño olor en los bosques y unos murmullos, mas desde niño los escuchaba y me
di a la idea como antes de que era el viento jugando entre las enramadas de la
arboleda.
Tomé las compras del auto, entré a la casa
y las dejé en la cocina, sobre la mesa, la verdad como no había electricidad
tuve el cuidado de no comprar nada que necesitara refrigeración, parecía un
estudiante universitario, con galletas, atún, arroz, pero bueno, la verdad
quería concentrarme más en mi trabajo que en comer, así que fui a el cuarto de
redacción, así le llamábamos a la habitación que mi padre utilizaba para leer y
escribir sus crónicas, era editor en un periódico un tanto serio, si serio se
le puede llamar a algún medio aquí, pues todos son en algún modo influenciados.
- ¿La vida después de los sueños?, no no,
muy simple, ¿Inconsciencia latente?, no va con el texto- recuerdo que pase un
poco de penas escribiendo el titulo, nunca me agradó enmarcar mis garabatos
entre un nombre que a lo mucho daría a los demás una idea que sería más de lo
que ellos quisieran pensar que mía. Estaba muy concentrado en ello.
-Jaazzzseeee,
aaabbbdiiilll-
-¿el
viento?, naaa, ha de ser una entrada de aire en alguna grieta de la madera del
cuarto, como siempre.
-Jaazzzseeee,
aaabbbdiiilll-
-¿uuuhh?,
mmm... qué extraño, ¿será la ventana?- así que me levanté y mire que la ventana
estaba entre abierta, así que la cerré -No recuerdo haberla abierto.... a lo
mejor lo hice antes de ir al pueblo y no lo recuerdo-
Así que después de cerrar con tranca la
ventana proseguí escribiendo, creo que el detalle me iluminó en parte pues
intitulé el escrito como “La ventana entreabierta”, recuerdo que debía escribir
algo basado en unos textos de Algernon Blackwood, no muy bien recuerdo cuales,
siempre tuve memoria temporal en cuanto a trabajos se refería. Pasó así el día
entre escritos y los descansos comunes para comer algo y preferí cerrar el ya
casi ido día meditando en mi habitación.
Subí por las escaleras, y me pareció ver
correr una sombra a mis espaldas, más asumí que era producto de la vela y
continué con mi paso, entre al cuarto y junto a mi cama en la mesita de noche
coloque la vela, y me dispuse a cambiarme para dormir, al poner mi humanidad
sobre la cama, escuche el reloj de la sala sonar, dar las campanadas de la hora
y eso si me erizo la piel, de pie por la impresión volví a mis cabales y tome la
vela para bajar a apagar el reloj, este era de péndulo, antiguo, sonaba como
campanario de iglesia y eso desde niño nunca me había gustado.
Bajé las escaleras, parecían bloques de
hielo, helados, jamás los había sentido así, pero igual bajé, y ya en la sala
desconecté el viejo reloj de péndulo, pero al ir bajando sentía como poco a
poco ese frío subía por mis pies descalzos, sentía como se arrastraba, se
adherían y con su frió se incrustaba en mis pies.
Me fui llenando de un terror inmenso al
bajar las escaleras, quería correr mas no podía, sabía que sería inútil y hasta
riesgoso en la oscuridad de la casa.
Al llegar al final de la escalera note la
puerta de la casa abierta, un extraño escalofrío subió por mi cuerpo y me dejó
atónito del miedo, quedé así un minuto, pensaba que si era un ladrón, -no creo
la casa no tiene nada de valor, ¿sería un prófugo?, lo dudo la cárcel más
próxima esta a días caminando y en la radio no escuché nada... ¿qué será?,
¿quién o qué habrá entrado en la casa?, me animo a revisar la casa?, ¿mejor
huyo en el auto?-
Al final opté por revisar la casa, me
dispuse a revisar primero la sala donde estaba el reloj, cerré la puerta antes
de ir y me dispuse a ir a la sala con la vela en una mano y con un viejo
paraguas como arma de defensa.
La sala estaba despejada, nada allí, seguí
a la cocina y todo estaba en orden, incluso los víveres seguían de la misma
manera que los deje, igual los demás cuartos del primer piso, maldición que
sucedía allí, nadie arriba pues no escuche a nadie en el piso superior cuando
baje, regrese a las escaleras y de nuevo la puerta abierta pero esta vez de par
en par, Dios que ocurría, no escuché pasos y si alguien andaba allí tenía que
oírlos, pues el piso viejo de madera rechinaba todo, ¿que será, Dios mío?, decía,
y de nuevo sentía como por mis pies subía algo frío, que se adhería a mis pies,
y clavaba como heladas púas hasta lo más profundo de mi cuerpo, salte de la
impresión, ya no soportaba la situación cerré la puerta con seguro y la reforcé
con una silla y subí las escaleras lo más veloz que pude y de nuevo escuché a
mis espaldas:
-Jaazzzseeee,
aaabbbdiiilll -
-!
Jaazzzseeeeeee, aaabbbdiiiiiiilllllll! -
-Jaazzzseeeeeeeee,
aaabbbdiiiiiliilllllll dajaaaakkk-
la voz empezó susurrante y la tercera vez
que hablo lo hizo en tono fuerte, sentía explotar mis oídos, una voz fina entre
niña y mujer que resonaba y resonaba a mis espaldas, sentía como miles de
cuchillos a punto de traspasarme, a punto de ser rasgado hasta quedar hecho
trisas.
Pude llegar a mi habitación, allí me quede
en silencio y apague la vela, todo había quedado en completa quietud, en un
estado de silencio total y oscuro, solo se distinguía lo que uno que otro rayo
de luz de luna permitían ver.
Desde mi habitación se podía apreciar el
árbol que se encontraba cerca de la casa, allí sus ramas desnudas, macabras por
la noche llamaban a mi imaginación a pensar las mas inusuales y disparatadas
situaciones, asumiendo mas y mas el horror, cuando salido de la nada y mirando
resplandecer sus ojos con el brillo de la luna un cuervo graznó fuertemente
extendiendo sus alas y llevándome a un estado de terror inimaginable. Comencé a
ver nublado, mis manos y pies no respondían y cada vez más me resultaba difícil
ver, escuchaba el graznido del cuervo cada vez más lejano, como si este se
hallara en un profundo poso hasta que llegue a un punto en que no vi, ni
escuche nada mas...[...]"
Mauro Solís Hernández