26 marzo 2010

la nada

Cuando el vino se beba,
sediento a si mismo,
buscando el etílico alivio,
será la realidad quien busque
las glorias en el olvido.

Cuando la llama se mire
congelada y sin calor
serán las sombras y su son
los que cobijen cada fervor.

Son placidos y serenos
los murmullos del viento inquieto,
que acarician los ríos sedientos
que corren a saciarse con la mares y sus avernos.

Manchas son, las que cubren la mente
que se tiñen de negro inconsciente,
para así cuando se ponga el sol
dejar todo y volver a verse existir
en su nocturna canción.




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