Rasgando el interior
del pecho las voces
que confrontan en fuerte choche
los sueños del corazón.
Y se sientan en el umbral oscuro,
susurrando mis ángeles,
mis demonios charlando,
ante mi recuerdan
que nada mas soy humano.
Y desde este umbral
bajo el llanto del mármol,
la luz juega con la noche
cual incauto
en esta etérea realidad
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